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Kodō (香道)

Es una práctica que permite la creación de una atmósfera típicamente japonesa por medio de la apreciación del aroma de árboles aromáticos valiosos como el agar, especie cultivada en el sudeste asiático.

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Kodō (香道)

 

El Kodō (camino del incienso) es considerada una de las tres grandes artes japonesas de la filosofía Dō, junto con el Chadō (camino del té) y del Kadō (Camino de las flores). Es una práctica que permite la creación de una atmósfera típicamente japonesa por medio de la apreciación del aroma de árboles aromáticos valiosos como el Agar, especie cultivada en el sudeste asiático. Un pequeño pedazo de incienso es calentado en un incensario que cabe en la palma de la mano para que su aroma pueda ser apreciado con elegancia.

La historia del incienso en Japón y el Kodō

El incienso fue traído a Japón a mediados del siglo VI, junto con el budismo. En el “Nihon Shoki” (“Crónicas de Japón”) hay un relato de un pedazo de árbol aromático que vino flotando hasta las costas japonesas en el año 595. El incienso era utilizado en ceremonias religiosas, pero con la sensibilidad refinada de los japoneses, su aroma pasó a ser apreciado por parte de las clases más altas de la sociedad y se desarrolló para volverse un arte extremadamente lujoso. Alrededor del siglo XV, el Kodō se estableció como un arte tradicional al lado de la ceremonia del té y del Ikebana. A partir del siglo XVII, el Kodō comenzó a parecerse a la forma de arte que conocemos en la actualidad, se difundió entre las masas y se transmitió hasta la actualidad.

El concepto de “oír” el aroma

Se dice que en el Kodō debemos “oír” el aroma. Oímos con el corazón lo que la fragancia nos tiene que transmitir. La práctica principal del Kodō en la actualidad es el kumikō. Se trata de una especie de juego en que los jugadores tienen que “escuchar” varios aromas, posteriormente deberán adivinar el orden de los aromas presentados. Los inciensos preparados de acuerdo con un tema específico, que pueden provenir de la literatura clásica o de las estaciones del año, son adivinados mientras la persona que los aprecia, imagina una escena. El objetivo no es competir por el número de aciertos, es compartir un momento para apreciar los aromas.

Los participantes ganan conocimientos de literatura clásica y etiqueta, además de tener contacto con la caligrafía. De esta manera el Kodō es reconocido como una práctica que sintetiza otras artes japonesas. Otro gran atractivo de este arte es el poder apreciar aromas heredados de la antigüedad. Actualmente el Kodō que se desarrolla de un modo típicamente japonés, se está resignificando como arte y ganando atención alrededor del mundo.

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