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Museo y Biblioteca del Kanji

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Museo y Biblioteca del Kanji/Difusión

Desde 1995, la Fundación del Examen de Aptitud en Kanji realiza una votación popular para elegir el kanji del año. De origen chino, los ideogramas pasaron por una serie de modificaciones a lo largo de los siglos y evolucionaron hasta llegar a lo que actualmente es uno de los cuatro sistemas de escritura usados en Japón. La importancia de los kanji para el país nipón es tan grande que no solo da nombre a una elección, sino también tiene un lugar que guarda y detalla su riquísima historia: el Museo y Biblioteca del Kanji, en Kioto.

Dividido en dos pisos, el museo interactivo ofrece a los visitantes la oportunidad de descubrir los secretos de los ideogramas por medio de una serie de atracciones lúdicas, que divierten y enseñan al mismo tiempo. En el primer piso, el público puede apreciar el kanji elegido para sintetizar en forma única el sentimiento colectivo del año que pasó. En el 2020, el más votado fue el ideograma mitsu , que significa "densidad", "aglomeración", "proximidad".

El gobierno japonés usó el mitsu en sus campañas para que las personas evitaran las aglomeraciones, debido a la pandemia de COVID-19. Tras pasar algunos días en el templo Kiyomizudera, donde se realizó el anuncio, el kanji escrito por el líder de los monjes pasa a exhibirse en el museo, junto con los que se eligieron en años anteriores.

En el primer piso también se puede observar una línea del tiempo que exhibe la historia detrás del ideograma, desde su origen hasta nuestros días. También forman parte de la colección xilografías y periódicos del período Edo y del comienzo de la era Meiji, así como los artefactos de escritura utilizados a lo largo de las décadas, como bolígrafos, lápices, computadoras y celulares. Se exhibe incluso una rarísima máquina de escribir kanji.

Lo que más llama la atención por allí, entre tantas atracciones, es la Torre de Kanji. Con casi ocho metros de altura, la instalación exhibe todos los 50 mil caracteres escritos en el diccionario Dai Ka-Wa. La obra, compilada por Tetsuji Morohashi y considerada definitiva, refleja 530 000 palabras compuestas con los caracteres. Para facilitar la visualización, los ideogramas escritos en la torre presentan colores y tamaños diferentes, que consideran cuán común es su uso en la vida cotidiana. Allí, los visitantes de origen japonés son desafiados a encontrar sus nombres en el océano de kanjis.

En el segundo piso se destacan las atracciones interactivas, que ofrecen diversión a niños y adultos. Es posible, por ejemplo, comprobar el propio conocimiento sobre los kanjis más fáciles, presentes en la vida cotidiana, como utensilios domésticos o animales. También se puede descubrir cuáles son los radicales de palabras que se combinan para llegar a un determinado ideograma.

A pesar de que está permitido sacar fotografías en diversos puntos del museo, hay una atracción en la que ese tipo de registro adquiere otra dimensión. En el pequeño estudio fotográfico, se desafía a los visitantes a usar el propio cuerpo para posar y, así, reproducir el formato de un kanji. Independientemente del grado de conocimiento de los caracteres, es interesante intentar contorsionar el cuerpo en busca de la forma perfecta y que la imagen de uno mismo se inserte en la galería.

Finalmente, también se invita al público a inventar nuevos ideogramas, a partir de una pregunta sencilla: ¿qué kanji crees que debería existir y aún no existe en la lengua japonesa? Si aún existen dudas, la biblioteca está a disposición con una vasta colección de libros para niños y adultos, así como diccionarios para búsqueda a gran escala.

El Museo y Biblioteca del Kanji, que funciona desde el 2016 donde antes era la escuela Motoyaei, se localiza en el distrito de Gion, cercano al Templo de Yasaka, en un área muy accesible de Kioto. El tiempo estimado de visita es de 60 a 90 minutos.

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